A los cantos se le ha añadido la orquesta musical a efectos de dramatización. Excepto en el último, todos los cánticos se acompañaron de una danza ritual. Las voces que a veces se oyen en alguno de ellos, y que no corresponden a los alumnos, solamente se escucharon en la acampada, en las cercanías del fuego de campamento, y parecían provenir de las sombras que bailaban. Esto los chicos nunca lo contaron, así como por qué razón entonaron tres veces su canción.
Tampoco dijeron que, durante el temporal, un poco más allá de la pequeña explanada donde habían instalado su campamento, una gran avalancha de agua cargada de ramaje y piedras lo había destruido todo a su paso. Casualmente, el camino natural de ese alud correspondía al minúsculo barranco que atravesaba su acantonamiento. Sin embargo, el agua asalvajada del torrente se desvió misteriosamente de su propio canal de desagüe, para la cual, y para poder llegar al valle, tuvo que remontar una pronunciada loma. Ningún lugareño se explica cómo pudo suceder esto, pero lo cierto es que esta rara anomalía salvó la vida de los jóvenes moradores del campamento. Éstos, empero, sí saben la verdad, aunque decidieron no contar nada. Al fin y al cabo, ¿quién iba a creerles?
Los más viejos del lugar no recuerdan haber sufrido nunca una tormenta como la de esa noche.
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