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| Miguel A. García |
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| Capítulo 14 |
| DÍA 9 Cuando el abuelo llegó al hospital no lo trasladaron a urgencias, sino que pasó directamente a donde estaban las camas de los enfermos que requerían cuidados intensivos, en una zona reservada para pacientes con un posible contagio. Mientras esperaban la prueba de la PCR1, Ramón empeoró. Aunque le habían colocado la mascarilla con oxígeno, su respiración se volvió acelerada, con inspiraciones profundas e irregulares, y los latidos de su corazón se desbocaron en la máquina que monitorizaba sus signos vitales, haciendo saltar todas las alarmas. —Apenas es capaz de respirar, está sufriendo una hipoxia aguda —confirmó uno de los intensivistas—. Hay que entubarle ya o lo perdemos... —Y tiene muchas palpitaciones —expuso un enfermero. —Sospecho que venía ya con un cuadro de hipoxemia importante... —Tiene razón, doctor —anunció una enfermera—. La placa radiológica nos da una neumonía bilateral. —Que venga el anestesista... Venga, vamos a movernos... Actuemos rápido... Los médicos y enfermeros, enfundados en sus respectivos EPI (Equipo de Protección Individual), se afanaron en la aplicación de las técnicas de mantenimiento de vida que tanto estaban trabajando en las últimas jornadas. Al cabo de cinco minutos Ramón tenía colocado un respirador para forzar la ventilación mecánica de sus maltrechos pulmones, y, tras otros cinco minutos, consiguieron estabilizarle induciendo en él un coma forzado. —Hay que hacerle una oximetría de pulso y una gasometría arterial —ordenó otro doctor—. Y ponerle paracetamol para bajarle la fiebre. Los internistas echaron otro vistazo al enfermo y a las máquinas que lo mantenían con vida, y, tras dar el visto bueno, pasaron a atender a otro paciente. El trabajo les estaba empezando a desbordar. —Avisad cuando nos lleguen los resultados de la PCR... —advirtieron a los enfermeros—. Cuando tengamos la prueba, llamad a la familia. Deben permanecer en cuarentena... El abuelo Ramón quedó medio oculto en medio de una maraña de tubos y cables, lejos de los suyos, en un estado de consciencia desconocido para él. No sabía si estaba vivo o muerto. Sin mirar, lo veía todo, y sin oír, lo percibía todo. El dolor había desaparecido. La prueba pedida no tardó en llegar. Las conclusiones eran claras: el paciente tenía una neumonía muy grave debida a un patógeno que hacía semanas que se estaba dando a conocer en el mundo: un virus muy contagioso de la familia de los coronavirus al que los especialistas denominaban como SARS-CoV-2. La PCR detectó inmunoglobulinas igG, señal de que la infección llevaba ya días actuando. La llamada a la familia no se hizo esperar. |
| 1 Polymerase Chain Reaction o Reacción en Cadena de la Polimerasa. Con esta prueba se consigue obtener un gran número de copias de un fragmento mínimo de ADN. Con esta amplificación, es mucho más fácil identificar bacterias o virus causantes de una enfermedad. |
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