Miguel Ángel García » Infestación 7
Miguel Ángel García
Infestación
 
Miguel A. García
 
Capítulo 7
 
     CICLO DIECIOCHO

     —Deme el parte correspondiente, teniente... Adelante.
     —Todo sigue parecido, comandante. La invasión ha sido contenida, y los Narus están siendo neutralizados y destruidos, pero a algunos hay que buscarlos mucho por lugares muy intrincados de diferentes sistemas para poderlos encontrar. Se esconden muy bien.
     —Haga un despliegue total de los Activistas. No podemos dejar escapar ni a uno. Ya sabemos de su capacidad de replicación.
     —Eso es lo que estamos haciendo, señor... Pero hay algo que no entendemos... Gran parte de las secciones del Mando Centralizado están paralizadas desde hace algunos ciclos por la acción de unas lecuas que penetraron en los canales por la misma rotura por la que entraron los ticuer que nos han salvado. Muchas funciones están detenidas.
     —Sí que es extraño, sí...
     —Si hemos recibido ayuda con el envío masivo de los ticuer, y también de otros materiales necesarios para nuestro mantenimiento, ¿por qué nos han enviado también esas lecuas dañinas? No tiene sentido...
     —Quizás sea porque nosotros no somos capaces de entender las estrategias del Protector... ¿Y cuál es el estado actual del Intercambiador de gases?
     —El Complejo está ya mucho más limpio de fluidos y los Narus que quedan son pocos y están debilitados por los ticuer. Será una tarea fácil su eliminación total por parte de los citos Tita y los mafagos. Pero los movimientos armoniosos del Intercambiador aún siguen operando gracias a la ayuda que seguimos recibiendo del Universo exterior.
     —¿Del Universo exterior? ¿Así, en abstracto, teniente?
     —Lo siento, señor.
     —Es usted un hueso duro de roer... ¿Por qué no puede aceptar que existe un Protector que nos protege?
     —Comandante, cada vez estoy más convencido de que no estamos solos en el Universo, de que existen mundos paralelos... Puede que sean muy diferentes a nuestro mundo isla, pero también creo, por las evidencias que muchos han percibido durante esta terrible crisis, que son ellos precisamente los que nos han ayudado.
     —¿Qué evidencias? Y no me hable de los "sensores", por favor...
     —Es que son los indicios más importantes... ¿Y si le digo que el Mando Centralizado no sólo se comunica de alguna forma con esos mundos, sino que incluso puede "verlos"?
     —¿"Verlos"? No entiendo nada de lo que dice, teniente...
     —En medio del caos que tuvimos, algunos Mensajeros que normalmente se moverían por circuitos de ronas diferentes, se cruzaron, y entonces se percataron de que llegaban del Universo unos corpúsculos muy extraños de una frecuencia inusual. Los habituales de la sección los llaman "luz". Pues bien, lo fascinante es que esas "luces" traen mucha información del exterior, conformando en conjunto unas estructuras a las que llaman "imágenes". Y aquí viene el meollo de la cuestión: algunas de esas "imágenes" representan la forma y el aspecto de esos mundos paralelos que, al parecer, nos rodean.
     —Teniente, me deja usted realmente pasmado. ¿De veras se cree todo eso?
     —Son testimonios directos, señor, no rumores... ¿Recuerda usted las perturbaciones físicas que ocurren con mucha frecuencia en los límites de nuestro mundo?
     —Claro... ¿Y qué?
     —Pues parece ser que no se trata de variaciones espontáneas de energía del Universo que ocurren supuestamente en nuestro contorno, como creíamos, sino que son contactos físicos directos con los otros mundos isla.
     —Pero, según las propias teorías de los filósofos, a los que, por otra parte, tanto detesto, dichos contactos, si se produjesen, supondrían la aniquilación mutua de ambos mundos...
     —No necesariamente, señor. La corriente que piensa eso es minoritaria... Lo cierto es que allí arriba, en la parte más noble de Urantia, como usted mismo la ha calificado, no sólo saben de la existencia de otros mundos isla, paralelos al nuestro, sino que se comunican con ellos y hasta los pueden "ver". El Mando Centralizado está en interacción continua con esos mundos, y saben desde el principio de los tiempos que éstos son nuestros verdaderos protectores. Nosotros no nos hubiéramos enterado nunca de su existencia si no hubiese ocurrido esta catástrofe crítica.

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