Miguel Ángel García » Infestación 4
Miguel Ángel García
Infestación
 
Miguel A. García
 
Capítulo 4
 
     CICLO OCHO

     —Señor, toda Urantia está en estado de alarma. La situación se ha agravado ostensiblemente. Cada vez es más patente la falta de oxígeno en todos los sistemas. Y el calor medio de los canales de disipación ha aumentado alrededor de un nueve por ciento.
     —Esto empieza a ser malo... ¿Se han obstruido todavía más los conductos de entrada del éter?
     —No, comandante. El problema radica en el Intercambiador de Gases. Los Narus saben dónde hacernos más daño, y ya han conseguido invadir tres cuartas partes del Complejo. Nuestros faitos y ticuer son incapaces de frenar la ocupación. El Mando Centralizado ha ordenado al glomus activar sus celdas madre para que se diferencien en unidades ronas del sistema de energía, para que así éstas puedan estimular al centro regulador del Complejo del Intercambiador.
     —Esperemos que la maniobra funcione, pues de lo contrario sería muy grave. Cada ciclo renovamos unos trescientos mil millones de celdas. Para ello necesitamos cantidades ingentes de energía. Si el oxígeno no llega a las centrales de potencia, ¿cómo nos las vamos a arreglar?
     —Y hay otra cosa, señor. El propio oxígeno está empezando a descontrolarse, perdiendo parte de su integridad. Para recuperarla, está quitando un elemento esencial de las lecuas que se encuentra su paso, un corpúsculo minúsculo sin el cual ellas mismas se tornan en sujetos radicales dañinos, pues provocan cambios en su propia estructura.
     —Pues debemos atajar este problema de inmediato. Tenemos que alertar a las naos que transportan el oxígeno a las centrales, y darles la orden de que liberen Activistas anti-radicales. Mande de inmediato a los Mensajeros.
     —Sí, comandante... Señor, permiso para hablar libremente...
     —Permiso concedido, teniente.
     —Señor, esto va mal, ¿verdad?
     —Saldremos adelante, teniente, como lo hemos hecho siempre.
     —Quería comentarle que hay muchos rumores sobre un inminente fin del mundo...
     —¡Teniente, no haga caso de esos bulos! Terminarán por descentrarle... Los que dicen eso son derrotistas, enemigos del mundo. No me extrañaría que fuesen rumores esparcidos por los propios Narus.
    —Pero, comandante, otros tenientes han informado que los sistemas que tratan de controlar están sufriendo un deterioro desde hace muchos periodos. Los Mensajeros que vuelven de las zonas del Mando Centralizado han contado que el sistema de ronas que conducen la energía ha bajado su rendimiento, ralentizando las órdenes. Señor, nuestros propios faitos y los mafagos no dan abasto para destituir y eliminar las celdas replicantes independientes que surgen por doquier, en los últimos periodos, cada vez con más frecuencia. El sistema corrector no está funcionando como antes, y nuestra red de vigilancia no tiene suficientes efectivos. Ya sabe usted lo que ocurriría si una celda replicante actuara por su cuenta...
     —¡Teniente, cálmese! Estamos atravesando una mala racha, y de eso se están aprovechando nuestros enemigos. El Systyn está trabajando al máximo de nuestra capacidad con los recursos que Madre nos da, pero el Mando Centralizado sabe lo que hace. Recuerde que se ocupa del mantenimiento de todo nuestro mundo. ¿Es que no se da cuenta? Urantia es casi infinito, y son muchos los complejos y los sistemas de los que deben ocuparse. Hay lugares tan alejados y recónditos, que ni usted ni yo sabemos siquiera por dónde quedan ni visitaremos nunca... Nosotros lo que debemos hacer es cumplir con nuestro trabajo, y no hacer preguntas.
     —Sí, señor.

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