Es una extraña forma de microbio plagado de zarcillos, agrupado en densas colonias en la superficie de alguna roca, que se expanden rápidamente en rizadas marañas de filamentos de aspecto de hongos, con terminaciones frecuentemente hinchadas que dan a entender una reproducción en ciernes.  Lo más probable es que los estrangulamientos que aparecen a lo largo de algunos filamentos representen “septas” o cavidades internas de los nanobios.

Los cortes de disección longitudinales de algunos filamentos prueban que los nanobios tienen una amorfa estructura de membrana, lo cual es coherente con el mat. biológico y excluye la presencia de componentes minerales cristalinos.
Se encontraron en 1996 en arenisca antigua, recuperada tras una perforación petrolífera de 5 km por debajo del fondo marino en el W de Australia. En ellos se ha hallado ADN.

Se cree que las bacterias terrestres de la gama de los 200 nanómetros marcan el límite mínimo de tamaño para la vida actual (se piensa que es imposible que una célula viva mida menos de 100 nanómetros, ya que sólo un ribosoma mide 50-60 nanómetros), pero se mantiene la posibilidad de que los microbios primitivos desconocidos pudieran haber medido únicamente 50 nanómetros (que es más o menos el tamaño de los nanobios). Éstos ponen en tela de juicio el tamaño mín. necesario para que exista vida: son más pequeños que la menor de las bacterias conocidas (son del tamaño de los virus). Su límite mín. de 20 nanometros coincide aprox. con la long. de 10 moll de ADN, tamaño que parece ser demasiado pequeño para albergar el resto de la maquinaria celular necesaria, lo que hace pensar que no tendrían vida autónoma ni se reproducirían por sí mismos.

Quizás se trate de un “agregado metacélula”: un org. unicelular cuyo genoma se encuentra distribuido en cada “compomente” (nanobio); estos componentes funcionan como un org. vivo solam. en conjunción, siendo el cj. mayor que la suma de las partes.

(El País: Diminutas formas de vida, 26-1-2000)