El paisaje incluye prados alpinos y canchales, y las paredes más bajas de la zona están cubiertas por bosques de abetos centenarios (Abies alba) y de pino negro (Pinus uncinata), pino silvestre (P. sylvestris), abedul (Betula pendula) y haya (Fagus sylvatica). En los pastos alpinos, por encima de los 2.300 m, ya no existen los bosques pero se pueden encontrar numerosas especies de la flora de alta montaña, por ejemplo, diferentes especies de gencianas (la alpina, la genciana nival, la de Burser), la saxífraga púrpura o diferentes ranúnculos. Todos estos hábitats constituyen el hogar de multitud de plantas y animales, especies muy interesantes: la gamuza, el urogallo (Tetrao urogallus), la marmota, desmán ibérico (Galemys pyrenaicus), el sarrio (Rupicapra pyrenaica) el águila real (Aquila chrysaetus), de la que se realiza un seguimiento de su territorio, y el mítico quebrantahuesos (Gypaetus barbatus). Entre los anfibios, el tritón pirenaico, endémico del norte de la Península Ibérica, es significativo por su rareza. En cambio la rana bermeja es muy abundante. Se encuentran también reptiles como la culebra verdiamarilla o la venenosa víbora. Entre ellas hay especies protegidas, endemismos pirenaicos, y algunas de distribución estrictamente boreo-alpina o ártico-alpina, en peligro de extinción y extintas ya fuera del Parque por la degradación del medio. Así, el Parque se convierte en refugio de estas especies. Todo el conjunto forma un lugar de alto nivel de biodiversidad. |