pinos silvestres en una paisaje de taiga

SUCESIÓN ECOLÓGICA

La sucesión es un proceso de auto-organización que implica un aumento de la eficacia en la utilización de la energía. La sucesión se inicia con especies oportunistas que tienen poca biomasa y mucha capacidad reproductiva (herbáceas). El proceso consistirá en la sustitución de estas especies pioneras por otras con menor tasa reproductiva y mayor biomasa. En el caso de la taiga, sucesivamente vemos aparecer abedules, álamos, pinos y finalmente píceas, en un proceso que puede demorarse hasta 700 años. En el proceso de sucesión disminuye la productividad del ecosistema, se alargan las cadenas alimentarias y se hacen más complejas e interrelacionadas formando redes. Se llama clímax al ecosistema que se forma al final de la sucesión. Raramente se llega a la comunidad clímax, pues existen muchas causas de retroceso en el proceso de sucesión como incendios, cambios climáticos, inundaciones, sequías, etc.; y, a mayor escala, glaciaciones, volcanes, deriva de las placas, etc. Los cambios que llevan a etapas inmaduras los llamamos regresión.

La regresión también se produce como resultado de la influencia humana, que tiende a la simplificación: desaparecen los bosques y se cambian por cultivos o pastizales. Las manadas heterogéneas se cambian por rebaños homogéneos y monoespecíficos, se persigue la extinción de los competidores de la especie humana. El efecto positivo buscado es el aumento de la capacidad de carga del territorio, que así puede sostener una mayor población. El principal inconveniente práctico (hay otros estéticos y éticos) es la pérdida de la biodiversidad y complejidad, y con ello de la estabilidad, pues la biosfera simplificada está menos capacitada para responder a situaciones de desequilibrio.

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