LA CAÍDA DE LA HOJA
La falta de agua en el ecosistema se produce en invierno, cuando el agua se hiela, lo que produce sequía fisiológica. La falta de agua en las raíces es prevenida por el árbol tirando las hojas. Incluso así, los caducifolios siguen perdiendo agua por troncos y ramas, pero en mucha menor cantidad. Pueden sufrir daños por el frío de 2 formas:
-Daños por helada, congelación de agua en tejidos. Para compensarlo tienen un proceso de endurecimiento que comienza en otoño, consistente en un aumento de la concentración de azúcares, dando lugar a resistencia a la helada de hasta - 25ºC en algunos casos. En primavera hay un desendurecimiento, de ahí que las heladas tardías sí provoquen daños.
-Sequía fisiológica con transpiración aérea y no absorción de agua en las raíces al estar helada. Es peligroso en primavera, en vertiente sur, cuando todavía hay zonas heladas, porque las radiaciones solares pueden quemar las hojas jóvenes y yemas. El estímulo que dispara la caída de la hoja es la duración del período de luz diario (fotoperíodo), que provoca la pérdida de clorofila en las hojas y la traslocacion de los nutrientes a las partes leñosas, lo que llamamos "endurecimiento".
El suelo del bosque caducifolio es como una despensa donde se guardan los nutrientes, que son degradados lentamente. El árbol funciona como una bomba de nutrientes que saca sales de la roca madre y las pone a disposición del horizonte A.
Por contraste con el bosque caducifolio, en la selva ecuatorial el humus es escaso porque hay un reciclaje rápido.
La proporción de materia orgánica en el suelo del bosque templado equivale a unas 3 veces la fitomasa viva. Para mantener la alta productividad necesita un sistema eficaz de reciclado de nutrientes: así el bosque templado devuelve cada año el 80% de los nutrientes tomados, la mayoría en forma de hojarasca y la materia orgánica tiene 4 años de vida media en este bosque.
La hojarasca de la selva tropical es degradada rápidamente (dura sólo 6 meses) y absorbida por las raíces, luego la reserva de nutrientes no está en el suelo sino en las plantas.
Muchas veces otras plantas extraen recursos de la hojarasca al mismo tiempo que se va descomponiendo. Junto con hongos y bacterias, hay una gran cantidad de termitas y hormigas que cortan las hojas en trozos ayudando así a la descomposición, a veces con sus propios "jardines" de hongos en el hormiguero.
Las hojas de los caducifolios son de "usar y tirar", muy eficaces y económicas, pero destinadas a durar poco tiempo. A diferencia de ellas las del bosque esclerófilo son más costosas de fabricar y duran mucho más.
En España se encuentra alguno de los hayedos más meridionales, como este de la Pedrosa. El hayedo crea un microclima específico con temperatura y humedad menos variables que en el exterior. La disposición de ramas y hojas impide el paso de la luz, por lo que el sotobosque está bastante libre de arbustos y herbáceas. El suelo guarda una abundante reserva de hojas.
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FRUTOS Y SEMILLAS COMO MONEDA DE CAMBIO
Grandes cantidades de frutos y semillas forman parte de la despensa del bosque caducifolio y mantienen a muchas poblaciones de consumidores. A cambio algunos consumidores mantienen involuntariamente el ciclo de dispersión y germinación de las semillas. El arrendajo llega a recolectar hasta 3000 semillas al mes, y la mayoría son enterradas, reservándolas para la primavera. El esacarabajo pelotero ibérico (Thorectes lusitanicus) tiene un comportamiento singular al recoger y enterrarse con bellotas para alimentarse de ellas, lo que tembién propicia su germinación.
El pico picapinos se alimenta en gran medida de semillas de piña o insectos y hace sus nidos en el tronco. Algunas especies de carpintero también hacen agujeros para guardar bellotas. Para mantener su relación con los árboles, tienen adaptaciones en el pico, las patas (con dos dedos hacia adelante y dos hacia atrás) y la cola, que le permiten agarrarse al tronco, y una lengua larga para extraer insectos bajo la corteza.
Para adaptarse al frío hay varias estrategias y en casi todas interviene la grasa parda, un tipo especial de tejido que se degrada convirtiéndose directamente en calor y que se encuentra en animales hibernantes y en plantas como el aro, que produce calor en su espádice floral. Los animales pequeños como el erizo, la musaraña, la ardilla o el tejón, suelen quedar aletargados, reduciendo su respiración y su frecuencia cardíaca incluso hasta los 3 latidos por minuto y bajando mucho su temperatura. Los animales grandes como el oso reducen poco su temperatura y se mantienen ligeramente dormidos, incluso las hembras paren y amamantan a sus crías sin alimentarse, orinar o defecar hasta la primavera.